Antes de la amputación de pierna

Las llamadas arteriosclerosis son la causa principal de las amputaciones en Occidente. Junto a otros trastornos metabólicos como, por ejemplo, la diabetes, la "pierna de fumador" es un tipo de arteriosclerosis muy conocido y extendido. En el caso de un trastorno circulatorio, la pierna deja de recibir un aporte de oxígeno correcto. Las personas afectadas sienten dolor, y caminar resulta doloroso. La pierna o el pie están más fríos que el resto del cuerpo y, en ocasiones, presentan una coloración azulada. Aquí es válido lo siguiente: únicamente se practica una amputación de las extremidades inferiores si no es posible restablecer ya la circulación sanguínea por medio de otras medidas de cirugía vascular. En el caso de amputaciones parciales, el objetivo es conservar el resto del pie o de la pierna.

El síndrome del pie diabético es una de las causas más frecuentes de las amputaciones de pierna o pie. Sin embargo, a pesar de que cada vez más personas viven más años y que, con ello, el número de enfermos de diabetes melitus aumenta, las cifras de amputaciones varían poco. El motivo reside en un tratamiento mejorado y en las nuevas posibilidades para las personas afectadas.

Por lo general, la diabetes melitus provoca a la vez varios trastornos que se intensifican entre sí.

• Una menor sudoración provoca sequedad y el agrietamiento de los pies y las piernas.

• La acumulación de azúcar en los nervios conduce a que los enfermos dejen de sentir las grietas y las heridas.

• Si se sufre de diabetes mellitus, las heridas cicatrizan mucho peor

• En caso de volver a cargar las zonas heridas, las heridas aumentan. El tejido se inflama y sufre necrosis.

Además existe el riesgo de que el pie y la pierna se inflamen más rápido porque, debido a la diabetes, la circulación sanguínea se ve impedida, y las células se necrosan.

La frecuencia de las amputaciones como consecuencia de accidentes —incluidos los accidentes laborales o de tráfico— ha disminuido notablemente en Occidente. Los motivos son variados; entre otros, existen normas más rigurosas en materia de seguridad laboral. Los avances en los cuidados intensivos y en la cirugía hacen posible en muchos casos, tras una lesión, restablecer nervios, vasos sanguíneos, huesos y partes blandas de las extremidades, de forma que no es preciso llegar a practicar una amputación.

Las amputaciones como consecuencia de cánceres son poco frecuentes. Sin embargo, a menudo se desarrollan tumores cerca de la rodilla o en la zona de la cadera. Las amputaciones en la zona de la cadera y de la pelvis suponen cerca de la mitad de las amputaciones practicadas debido a un tumor. En este caso, el objetivo de una amputación es salvar la vida del enfermo impidiendo que las células cancerígenas se extiendan y afecten a otras regiones del cuerpo.

Desde que en el año 1877 Louis Pasteur describiera el efecto de los antibióticos, las amputaciones como consecuencia de una infección se han convertido en excepciones. Los altos estándares antisépticos en la atención sanitaria y las vacunas del tétano son importantes motivos para estas excepciones. No obstante, esté atento a la mínima lesión. Las señales de infección son, por ejemplo, enrojecimiento, hinchazón, fiebre y dolores en una herida.

Compruebe también si su vacuna del tétano es actual. El Instituto Robert Koch recomienda renovar la vacuna cada 10 años y, en caso de heridas, incluso antes. Póngase en contacto en todo caso con su médico.

El cirujano le asesora antes de la amputación y la lleva a cabo. En el mejor de los casos acuerda con su técnico ortopédico cómo va a transcurrir la operación. Juntos, el cirujano y el técnico ortopédico pueden abordar, por ejemplo, con antelación la forma de su muñón, lo que facilitará posteriormente la adaptación de su encaje. Tras la amputación, el cirujano hace un seguimiento de su recuperación y le prescribe rehabilitación.

Por lo general, su médico de familia o especialista ya le ha tratado antes de la amputación y está informado de la evolución de su enfermedad. Es el encargado de prescribirle nuevos componentes protésico o más medidas de rehabilitación de ser necesario.

Por lo general, ya en el hospital se ocupará de usted un trabajador social u otro miembro de los servicios sociales. Su trabajo consiste en apoyarle durante su retorno a la vida cotidiana. Esto abarca temas como la vivienda, la formación, el trabajo, la familia, los ingresos o las redes sociales. Le explicará qué servicios existen y cómo los puede utilizar usted. Entre los servicios se incluyen, por ejemplo, medidas sanitarias, especiales o terapéuticas o ayudas económicas para la participación en la vida social.

Tras la amputación, el personal de enfermería del hospital y el personal especializado en curas se encargará de curarle la herida y de la posición y compresión correctas del muñón. Para ello, la coordinación con los médicos, el técnico ortopédico y el terapeuta es fundamental.

Los fisioterapeutas y los terapeutas ocupacionales le asistirán tanto en el hospital como durante la rehabilitación y en su vida cotidiana. Su trabajo consiste en movilizarle, en reforzar y estirar sus músculos, en enseñarle a caminar, a superar su día a día y a su mejora continua. Además, en el hospital, los terapeutas se encargan de la terapia de compresión.

Su técnico ortopédico juega un papel central, ya que es quien le fabrica la prótesis adecuada y quien está a su lado asesorándole en las dudas que le pudieran surgir. Antes de la amputación, es quien puede acordar con el cirujano cómo debería ser el muñón —siempre que sea posible—, también puede recomendarle terapeutas experimentados o ponerle en contacto con otras personas con amputación. También puede consutarle sobre aspectos como una persona de contacto para hacer obras de adaptación en casa o para realizar adaptaciones en su automóvil.

En el caso de una protetización, tratará con usted sus necesidades y deseos y le informará sobre las diferentes posibilidades de tratamiento ortoprotésico. Tomando esto como base, elegirá los componentes protésicos adecuados para usted y elaborará la prótesis con un encaje a su medida. Poco después de la amputación explorará el muñón para determinar si puede utilizarse una prótesis provisional.

El técnico ortopédico está a su disposición para todas las cuestiones relativas a su prótesis.

Es posible que, además de la prótesis, necesite el calzado adecuado para el pie sano. Puede ser el caso, p. ej., si sufre trastornos circulatorios. También en las amputaciones parciales del pie puede recurrir a calzado ortopédico si no utiliza una prótesis parcial de pie. Solicite a su técnico ortopédico los contactos pertinentes.

En función de su situación familiar, el personal de enfermería ambulatorio le puede ayudar con el uso de la prótesis y se encargará también de la compresión y de la movilización diaria de su muñón.